La
hacés bien, y aunque te hierva la sangre te
encadenas para no llamar.
¿Cómo hacés? Conozco todos tus trucos, pero aún así me das que pensar.
Te guardas el orgullo donde nadie pueda dudar de que lo tenés.
Y así vas, sin perder el objetivo, pidiendo dos cuando querés
tres.
Ya estoy bien, ya me ordené en mi desorden, y
aquellas voces no me hablan más.
Por favor, mentime y dame la espalda, otra vez no quiero patinar.
Y me esperás, más de la cuenta siendo siempre el que yo soñe.
Y firme yo, me encierro en que es peor amar y envejecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario